Algunos académicos consideran que el pensamiento político e ideológico de Karl Marx (1818-1883), el fundador del denominado socialismo científico y del comunismo teórico, puede ser analíticamente dividido entre un período joven y otro maduro.
Aunque tal modelo de las “tres fuentes” es una simplificación exagerada, aun así se aproxima a la verdad.
Ernest Mandel distingue tres posiciones diferentes a respecto esta división del pensamiento de Marx:[3] El joven Marx es usualmente aún considerado como perteneciente a la filosofía del humanismo burgués, la cual él mismo -ya en su etapa madura- criticó posteriormente junto al idealismo alemán, basándose en que las relaciones sociales de producción primaban por sobre la conciencia individual (los cuales según Marx eran el producto o reflejo de la ideología).
Louis Althusser entonces critica la lectura ‘ecléctica’ de las obras tempranas de Karl Marx, las cuales en lugar de ser leídas como un todo, es descompuesto en varios elementos, los cuales son después juzgados como materialistas o idealistas- Althusser agrega al respecto que “en definitiva, como este procedimiento nos permite encontrar elementos materialistas en todos los textos tempranos de Marx, incluyendo incluso la carta a su padre en la cual él se rehúsa a separar lo ideal de lo real, considerado como materialista, o más bien, es muy difícil decidir cuando Marx puede ser considerado como materialista, o más bien, ¡cuándo él no pudo haberlo sido!”.
Otros contendieron que la ruptura epistemológica de Louis Althusser ocurrió entre sus “Manuscritos económicos y filosóficos de 1844” y “La ideología alemana” (1845) en el cual se forjan algunos nuevos conceptos, es un poco abrupto, aunque casi nadie desafía sus cambios radicales.
De hecho, aunque Althusser se aferró firmemente a afirmar su existencia, él más tarde aseveró que el punto de cambio ocurrió hacia 1845 y que no estaban tan claramente definidos, ya que rastros de humanismo, historicismo y hegelianismo se podían encontrar en “El Capital”.
Justamente ese enfrentamiento marca el punto de división entre aquellos filósofos que se contentaban con proveer varias interpretaciones ideológicas del mundo, y aquellos que pretendían lanzarse a la tarea de transformarlo, tal como el propio Marx lo había escrito en sus “Tesis sobre Feuerbach” (1845).