El hombre que miraba pasar los trenes

El hombre que miraba pasar los trenes (francés: L'Homme qui mirarait passer les trains) es una novela policíaca del escritor belga Georges Simenon.

Pasa su tiempo en actividades y lugares en constante cambio porque no llevar a la policía tras su pista mediante la repetición y, como resultado, su margen de acción se reduce día a día.

[3]​ Como no le gustan las informaciones sobre él en la prensa, Popinga escribe a los periódicos, que también publican sus cartas, aunque con declaraciones psiquiátricas que le atribuyen paranoia y su deseo de reconocimiento.

A diferencia de su vida y de su moral pequeñoburguesa, Kees se encuentra completamente libre para tomar todas las decisiones y explotar sus talentos (habla cuatro idiomas, puede adaptarse a todas las situaciones nuevas, como por ejemplo robar un coche).

La última frase del libro, enunciada por el protagonista, es: "No existe la verdad, ¿no le parece?

Pero Simenon deja en el limbo “hasta qué punto Popinga simplemente fracasa o si en este fracaso también gana una especie de libertad; y hasta cierto punto se vuelve realmente loco en su esfuerzo por cambiar las condiciones fijas de su vida.

[7]​ Horst-Jürgen Gerigk clasificó la novela entre aquellos libros que están más presentes por su título que por su contenido..[8]​ André Hille la consideró una “historia fantástica”, [9]​ para Alex Rühle el suspenso de la novela es “increíble”, [6]​ el sitio web maigret.de la calificó de: “Emocionante hasta la última página”.