El fin de la fe

En su lugar, señala que para ser útiles, las creencias deben ser todas lógicamente coherentes y verdaderamente representativas del mundo real.

Habla sobre la necesidad de sostener "comunidades morales", empresa en la que no tendrían lugar identidades como "salvado" o "maldito".

En un controvertido pasaje, compara las cuestiones éticas del daño colateral y la tortura durante la guerra.

"Si no estamos dispuestos a torturar, tampoco deberíamos estarlo para las guerras modernas", escribe Harris.

Para apoyar esta afirmación, Harris cita a místicos orientales como Padmasambhava, aunque no admite ningún elemento sobrenatural en sus argumentaciones.

[4]​ Harris describió más tarde la reseña de Flynn como "una mezcolanza engañosa y, definitivamente, exasperante".

[6]​ Escribiendo para The Independent, Johann Hari fue una gran defensora, pero también expresó considerables reservas sobre las tendencias políticas de Harris y reveló como no daba crédito cuando leía el final del capítulo sobre espiritualidad, particularmente las sugerencias respecto al uso de las drogas.

[7]​ Otras reseñas ampliamente alentadoras han llegado de Natalie Angier,[8]​ Daniel Blue,[9]​ y Stephanie Merritt.