El emperador Carlos V con un perro

De la versión de Tiziano no hay documentación antigua ni se conocen la circunstancias del encargo,[1]​ aunque se indica que percibió 500 ducados por él.

[2]​ A algunos críticos ha causado extrañeza que un maestro como Tiziano copiase la obra de un mediocre pintor.

Así, para Ferino-Pagden la relación entre los dos cuadros sería la inversa de la que se ha venido sosteniendo, observando que los análisis hechos con rayos X revelan en el cuadro de Seisenegger un dibujo subyacente muy preciso, lo que demostraría la existencia de un modelo previo que el pintor austriaco siguió hasta en los más mínimos detalles, en tanto las radiografías del Carlos V de Tiziano muestran numerosas variaciones hechas sobre la marcha.

Detalles como el perro, en realidad una perra como se advierte en la versión de Seisenegger, al que alude el pintor en una carta a Fernando indicando que era de raza inglesa, demostrarían que Seisenegger tuvo efectivamente la oportunidad de retratar al emperador del natural.

Por último, y gracias a un uso más matizado del color, logró efectos atmosféricos inexistentes en su modelo, que en muchos aspectos mejoró.

Original de Jacob Seisenegger en Viena.