Después de un primer éxito con Palos de Ciego en 1849, compondrá Colegialas y Soldados ese mismo año dando lugar a lo que se conoce como Zarzuela restaurada.
Don Carlos llega huyendo a la residencia de Don Calisto para pedirle dinero y poder pagar la exención para no tenerse que alistar en el ejército.
Su tío no se lo da por no quererse casar y en venganza Don Carlos seduce a la prometida de su tío, Doña Sabina, que es una viuda muy rica que le puede pagar la exención.
Debido a una serie de equívocos entre los personajes, entre los cuales Don Carlos y Doña Sabina creerán que Don Calisto y Doña Inés están prometidos, Don Carlos terminará declarando su amor a Doña Inés de rodillas.
Al final las dos parejas terminarán comprometidas, los problemas económicos de Don Carlos y su criado Antonio solucionados y a Don Diego le quedará la esperanza de volverse a enamorar.
Aria bufa de Don Calixto "Basta ya, señor sobrino".
El tipití, duetino de Doña Sabina y Antonio "Pensando en que se acerca".
Arieta de Don Carlos "No importa que esta boda".
A consecuencia del periodo revolucionario popular en el que la obra se encuadra, aparecen valores tradicionales como el patriótico, los sacrificios de la naciente burguesía, etc. Debido al entusiasmo de la aristocracia por la ópera italiana, Hernando entendió que sus zarzuelas estarían destinadas al público burgués.
Debido al éxito del Bel canto italiano en Europa aparece el virtuosismo vocal, siempre limitado por las condiciones técnicas y vocales de los intérpretes.
Los dos actos comienzan con un fragmento instrumental que en el caso del primero es mucho más extenso en forma de Sinfonía, y al que el compositor llama divertimento musical.
La caracterización de los personajes es moderada, dejando para determinados momentos del número el humor.