Una vez en París, la orquesta desaparece entre fiestas y toman otros trabajos, tales como mudanceros, taxistas o traductores.
Resulta que Filipov y su esposa Irina eran los mejores amigos de Lea e Yitzhak Strum, músicos judíos.
Lea era una concertista de violín y la solista al momento del concierto interrumpido tres décadas antes en Moscú.
El concierto tiene un inicio poco feliz, debido a la falta de ensayos, pero la orquesta logra alcanzar la amalgama espontánea soñada por Filipov cuando Anne-Marie hechiza a todos con su magnífica interpretación como solista, que había estudiado en la partitura marcada por su propia madre y conservada por su representante.
[3] Las selecciones clásicas pertenecen a Mahler, Mendelssohn, Mozart, Chaikovski y Jachaturián, que también se encuentra en la banda sonora del film.