Originalmente se llamaba La Salaverrina, en homenaje a Felipe Santiago Salaverry, jefe del gobierno peruano de entonces quien luchaba contra la invasión boliviana de 1835, pero luego adoptó su nombre actual, en conmemoración a la victoria restauradora peruana en la batalla de Uchumayo sobre las tropas del Ejército de Bolivia que buscaban crear la Confederación Perú-Boliviana.
Hacia finales de 1835 gobernaba en el Perú el general Felipe Santiago Salaverry, quien se preparaba para repeler la invasión boliviana encabezada por Andrés de Santa Cruz.
Estando en el campo de Bellavista, en el Callao, pidió a sus subordinados que crearan una marcha que entusiasmara a las tropas, ofreciendo un sustancioso premio pecuniario a quien lograra los acordes idóneos.
Preguntó por el músico, presentándose como tal un pardo o zambo, que dijo llamarse Manuel Bañón y que había titulado a su composición como “La Salaverrina”.
Salaverry le otorgó el premio y lo nombró director de las bandas del ejército, con sueldo de capitán.