Sin trabajo y con el hambre apretando los estómagos vacíos de la familia, cometieron algunos robos en los campos vecinos, por lo que sufrieron algún encuentro con la Guardia Civil.
Este bandolero, auténtica leyenda en su pueblo, en 1832 se acogió a un indulto concedido por Fernando VII.
Asaltaban cortijos y a gentes acaudaladas, lo que incrementó su fama.
Su fama se extendió no solo por Andalucía, sino que llegó hasta Madrid.
En 1907, intentó huir a América con su nueva amante, con la que había tenido una hija, pero no lo consiguió.