A cambio, Castle decide ayudar a los comunistas, creyendo que así ayudará al pueblo de su esposa, sin saber que Moscú siempre lo ha usado con propósitos completamente diferentes.
Castle suministra información a los servicios secretos soviéticos sobre África no por convencimiento comunista, sino como pago al KGB por haberle sacado de Sudáfrica sano y salvo junto con su mujer e hijo, ambos negros y ambos perseguidos por el NIS del presidente afrikáner Marais Viljoen.
[6] Más que acción o alta política, la novela construye su suspense centrándose en las cargas psicológicas de los peones en el juego: la duda y la paranoia generadas por una cultura del secreto, la amoralidad sofisticada de los hombres situados en la parte superior y, sobre todo, las lealtades (¿A quién, a qué y a qué costo?)
Escribiendo a los 70 años, Greene se basó en su propia experiencia en el MI6 y exploró las ambigüedades morales planteadas por su antiguo jefe, el legendario agente doble soviético Kim Philby,[7] aunque Greene declaró que Castle, el personaje principal de la novela, no estaba basado en Philby.
Es una gran historia de amor entre un agente del servicio secreto británico y una hermosa chica negra surafricana.