Eduardo, lo mismo que otros jóvenes que recién se habían sumado a "Los Mascarones", pronto hicieron de la compañía también un grupo de teatro que se hermanó culturalmente con las luchas por el reconocimiento de derechos civiles de las llamadas minorías en Estados Unidos, especialmente la chicana, con cuyos grupos artísticos llegaron a grabar discografía propia, producir espectáculos teatrales que se presentaron en festivales nacionales e internacionales y actuar en realizaciones fílmicas, como Raíces de sangre, con guion y dirección de Jesús Salvador Treviño.
Sus detractores, entre quienes se encontraban los hermanos Enrique y Luis Cisneros, argumentaron que los grupos corridos “hacían comercio con la revolución” y que eso era poco ético; los creadores rechazados consideraron la acción como una muestra de sectarismo que pronto se mostró tal cual cuando años más tarde sus acusadores terminaron haciendo lo mismo por lo que los echaban.
[2] A mediados de la década de los ochenta, Mario, Rodrigo y Eduardo crearon el grupo musical Los Guajolotes estando sólo dos o tres años juntos, pues Mario y Rodrigo se mudarían a Alemania donde fundarían la compañía Los Enanos del Tapanco.
Mientras tanto, en Cuernavaca Eduardo mantendría vivo a Los Guajolotes año tras año, invitando a nuevos músicos en cada vez y ganándose el mote de Lalo “El Guajolote”, compartiendo escenario con músicos e intérpretes de la talla de Óscar Chávez, Amparo Ochoa, Gabino Palomares, Guadalupe Pineda o José de Molina; entre otros.
Bajo el sello independiente de Agua Escondida Producciones y Fabricarte, gracias al trabajo ejecutivo del también exmascarón José Manuel Galván “El Topo”, Eduardo grabaría por fin un disco con producción totalmente suya donde incluiría San Andrés, la canción grabada con Ballesté cinco años atrás, en un compendio musical de estilos que van desde el corrido hasta el bossa nova, pasando por la guaracha, el huapango, la rumba flamenca, la cumbia, el takirari y la guajira, convirtiéndose en una suerte de manifiesto festivo, rebelde y cachondo, siempre irreverente, rasgos todos que lo caracterizan tanto en lo teatral como en lo musical.