Fernando II, no estando satisfecho con las ganancias territoriales adquiridas por los católicos tras sus victorias en las primeras fases de la guerra de los Treinta Años.
En gran parte del norte del Imperio,[1] nunca se pudo llevar a cabo debido a la intervención del rey Gustavo Adolfo II de Suecia en la guerra a partir de 1630.
[2] Las Ciudades imperiales protestantes del sur, el Ducado de Wurtemberg y el Margraviato de Baden Durlach fueron los territorios más afectados.
Los Príncipes estaban de acuerdo con los puntos fundamentales del Edicto, sin embargo, muchos de ellos cuestionaban su legitimidad; temían que era una en una serie de medidas tomadas por el emperador para convertirse en un monarca absoluto, con poderes dictatoriales.
En 1635 con la Paz de Praga, el emperador tuvo que suspender el edicto durante cuarenta años.