[2] A finales del siglo XX, el árbol sufrió una debilidad en su crecimiento vegetativo por lo que se solicitó la ayuda de especialistas, entre ellos, el ecologista y perito agrícola Jaime O'Shanahan, quien detectó que el problema se localizaba en la imposibilidad del árbol para generar nuevas raíces.
Para solucionarlo se recubrió el tronco con sustrato poroso de origen volcánico, lo que ayudó a regenerar y recuperar el árbol.
Estos coágulos no cuentan con olor ni sabor excepto cuando se queman, que es cuando emanan un perfume parecido al estoraque líquido.
Ejemplo de ello son las múltiples inscripciones y dibujos con las que cuenta su corteza, una práctica en la actualidad totalmente prohibida.
Según cuenta la leyenda, la Vieja Regañona en realidad se llamaba Catalina, una niña que fue obligada a casarse, sin embargo, escapó y terminó refugiándose en un convento.
Siendo ya adulta se convirtió en yerbera, pero tenía fama de contar con muy mal humor por lo que era conocida como la Vieja Regañona.