[2] Su esposa falleció a los cinco años, en 1637, y en el testamento dispuso la venta de la imprenta, pero Domingo Vélez la retrasó durante siete años, hasta que fue obligado a ello por sentencia judicial promovida por los herederos de su mujer.Al final, en 1644, arruinado, encarcelado por insolvente y obligado por el juez, tuvo que malvender el negocio a su cuñado Martín de Labayen.Vivió alquilado en la calle Tornerías donde también estaban ubicados el taller de imprenta y la librería.Al cabo de cinco años, en 1637, enviudó y más adelante casó con Catalina Pagés.Con la llegada del nuevo socio los beneficios y gastos ahora se distribuyen en tres partes iguales; en caso de enfermedad el afectado seguirá cobrando su parte y el que quebrantase lo pactado pagará cincuenta ducados.Istúriz reclamó judicialmente los abonos pendientes y, al fin, al cabo de tres años, en 1644, una sentencia obligó a abonarle 915 reales por beneficios obtenidos en los once meses que estuvo en funcionamiento la sociedad.[6] Sea por lo que fuere, posiblemente influido por su segundo matrimonio, Domingo Vélez retrasó la venta del taller y con ella el pago de las mandas testamentarias, hasta que, al cabo de siete años, en 1644, los tribunales sentenciaron su adjudicación “al más dante”.