Domingo Beltrán de Otazu
[1] Natural de la ciudad alavesa de Vitoria, donde nació en 1535,[1] estudió los principios de la escultura en España y luego pasó a Italia.[2] Elaboró entonces dos crucifijos de tamaño natural, uno para la iglesia del colegio imperial, donde se veneraba en su capilla, y otro para el interior de la misma casa.[1] El rey Felipe II habría estado al tanto de su trabajo y se habría interesado por él, con intención de que trabajara en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, pero no se dieron las circunstancias.[2][1] Volvió a Alcalá a hacer el retablo de su colegio, pero, sin haberlo concluido, falleció el 27 de abril de 1590.[2][1] Una calle de su ciudad natal lo recuerda con su nombre.