Dolores Rivas Cherif

[3]​ Se la describió como mujer de convicciones profundas, incluidas las religiosas, sensible y culta.

Se conocieron en las veladas en casa de la familia Rivas Cherif y comenzaron sus relaciones en 1927.

Residieron en varios lugares (Collonges-sous-Salève, París, Ginebra, Pyla-sur-Mer) hasta la muerte de Azaña en 1940 en Montauban.

[7]​ Existe polémica sobre si en el momento de su muerte Azaña comulgó y recibió la extremaunción.

Dolores mandó llamar al obispo de la ciudad, monseñor Pierre-Marie Thèas.

Dolores Rivas Cherif negó que su marido confesase y comulgase en su lecho de muerte en una entrevista concedida en 1985 a TVE, y aclaró que llamó al obispo en calidad de amigo.

Sólo una vez salió del país, para visitar Francia, donde reposaban los restos de su marido.

La familia mantuvo durante unas horas el suceso en secreto para celebrar una ceremonia íntima a la que asistieron 50 personas vinculadas al exilio republicano.

Dolores Rivas Cherif recibió algunas consideraciones especiales durante los años de la transición a la democracia.

Durante la primera visita a México del Rey Juan Carlos, en 1978, tras normalizarse las relaciones entre ambos países, Rivas Cherif acudió a la recepción en la embajada española como una española más, donde mantuvo un encuentro informal.

Constan también contactos con los presidentes Leopoldo Calvo-Sotelo y Felipe González en sus visitas al país.