Trata acerca de la Iglesia en el mundo actual, y es la manifestación más clara del aggiornamento pretendido por Juan XXIII.
La primera es un prefacio y la segunda una introducción acerca de la situación del hombre en el mundo moderno.
Se trata del documento de gestación más dramática y, sin dudas, el que dio lugar a un giro cardinal en la orientación del Concilio Vaticano II, apenas un mes después de su iniciación.
3) La tercera trata sobre la constitución jerárquica de la Iglesia y en especial del episcopado, esta parte contiene un proemio o introducción al tema.
Aunque el Concilio Vaticano II realizó una distinción entre «decretos» y «constituciones», no explicitó la diferencia.
[2] Por ello, los decretos conciliares son documentos de trascendencia no menor que las constituciones.
Tratan sobre principios doctrinales aplicables a ciertas actividades u organizaciones de la Iglesia Católica y tienen un fuerte valor teológico.