[7] Su antecedente familiar paterno sería Pedro Abad García quien hacia 1722 salió del Viejo Mundo.
Tras de sí dejaba a sus padres Pedro y María para no volver.
Entró por Veracruz, y vía México pasó pronto a San Francisco Xiquilpan donde trabajó bajo su paisano Diego Sánchez Morcillo o Alcaraz, comerciante establecido en Jiquilpan, provincia de Michoacán.
[11] Negocio redondo que le permitió rentar primero y, posteriormente comprar, gracias a la dote matrimonial, los ahorros e hipotecas, la hacienda de San Antonio Buenavista en cuatro mil novecientos pesos al jalisciense Quiterio Álvarez del Castillo.
De ella --dice uno de sus biógrafos-- recibió Abad "aquella educación liberalísima, indulgente y generosa" en la que "los niños, se acostumbrarían a tender hacia cosas más altas y a pensar con magnanimidad".
Sin embargo, una tacha resultó de tales mimos y chiqueos --y que él más tarde con frecuencia lamentaría, "mas siempre con grato afecto hacia su abuela"--: no se enseñó "en la escuela del sufrimiento" ni templó su carácter como debería para enfrentar adversidades.
Pasaron los años, y al contar siete, en 1734, el jefe de la familia Abad rescató al hijo que la abue doña Mariana estaba consintiendo mucho y le llevó a la hacienda de Buenavista, en los confines civiles de Jalisco, la nueva sede abadiana, para que aprendiera las primeras letras con sus hermanos.
[14] Con grande arte mis dedos industriosos pliego y aplico en usos singulares; con tres de ellos ahora pluma sosteniendo trazo ingeniosos signos a millares...
Es más, este alumno machetero empezó a estudiar filosofía aún no cumplidos los doce años y aprendió muy bien, "con suma alabanza" de sus maestros.