Dice con respecto a las huacas: allí hallaron ser adoratorio de los indios comarcanos y haber algunas cosas ofrecidas de poca importancia a la guaca que allí estaba lo cual todo cogió este dicho don Diego Huallpa, y lo cargó en su compañero....
Es difícil conocer con exactitud la razón por la cual los pobladores de la región ocultaron la riqueza del Cerro a los propios incas, que ni siquiera revelaron el secreto al Inca Huayna Capac, cuando este visitó la laguna de Tarapaya y Cantumarca.
La Capitulación de 1561, se refiere a un memorial del hijo de Diego Huallpa, Juan, quien sostiene que su padre fue el primer descubridor del cerro y que aun vivía.
He aquí el testamento o declaración jurada de Diego Huallpa:
Notoria cosa es a los hombres que cristianamente quieren considerarlas obras de la naturaleza ser guiadas por el Criador della, que dellas, producen fines incomprensibles para bien y utilidad del género humano, porque viéndolas, se elabe el nombre de Dios y sea a gloria y a honra suya; el cual suplico me de lumbre en el entendimiento para que pueda manifestar con verdad lo que aquí quiero (así) declarar a las gentes que lo quieren saber y quede en memoria a los venideros siglos como y cuándo y en qué tiempo y por quién fue Nuestro Señor servido se manifestare la riqueza de plata tan innumerable que estaba y está abscondida en el cerro que los naturales de esta tierra de la provincia Caracaras llamaban y hoy día generalmente por el mundo se llama cerro de Potosí, por la mucha noticia que del se tiene por su gran riqueza, Y viniendo a contar cómo sucedió lo que escribo, fue: En treinta y un días del mes de diciembre del año de nuestra redención de mil é quinientos é setenta y dos años, estando el muy excelente señor don Francisco de Toledo, visorrey destos reinos del Perú y Tierra Firme, en la villa imperial de Potosí, y estando este día yo, Rodrigo de la Fuente, clérigo presbítero, en presencia de su excelencia, llegó un indio con una petición diciendo que era hijo del primer indio que había descubierto y dado noticia a los cristianos haber plata en el cerro de Potosí; que su excelencia le hiciese merced conforme a tan gran servicio, pues manifestó ser lo que decía verdad a las gentes antiguas que en aquel pueblo estaban (1).
Aficionóse a servir a un soldado que se decía Cardoso, de nación portugués, por le parecer en su persona y aspecto señor, y le sirvió mucho tiempo, en el discurso del cual subió con él al asiento de Porco, donde había noticia de haber mucha plata, por se labrar allí minas del Señor de la tierra antes que los cristianos entrasen en ella.
Este soldado Cardoso dejó la provincia de Charcas y asiento de Porco por negocios que se le ofrecieron, y se fue a la ciudad de Los Reyes y dejó encomendado a este indio Gualpa a otro soldado amigo suyo, que se decía Marín, con el cual vivió algún tiempo en resgates y granjerías, que ya se usaban en el asiento de Porco.
Allí hallaron ser adoratorio de los indios comarcanos y haber algunas cosas ofrecidas de pocas importancia a la guaca que allí estaba, lo cual todo cogió este dicho indio don Diego Gualpa, y lo cargó en su compañero y lo envió a los cuatro españoles que quedaban en los Asientos que dicen de Gonzalo Pizarro.
Tornando sobre si para ser levantar, puso la mano sobre la tierra, las cuales hicieron en ella señal a manera de la que se suele hacer cuando se ponen sobre barro bien pisado, y señaló en ella las manos; e como ya era llegada la hora en que Dios Nuestro Señor tenía por bien para su servicio que este tan innumerable tesoro fuese a las gentes comunicado, abrió los ojos del entendimiento a este indio y conoció ser metal de plata sobre lo que había puesto las manos, por haber visto en el asiento de Porco otro metal como éste, y cogió dél cantidad como ocho o diez marcos y se bajó del cerro en busca de los cuatro cristianos que le habían enviado, los cuales no le aguardaron y se fueron a Porco.
Cuando este indio vido que no quiso llegar el español Olmedo al lugar do[nde] había sacado el metal que le había mostrado, díjole en Porco: “Toma la mitad deste metal y fúndelo” y el indio se quedó con la otra parte; fundiéndolo el dicho Alvaro de Olmedo, como cosa que no tenía Dios criado para él, se le fue en humo todo, y el indio Gualpa fundió su parte, y echando en ello algún soroche, sacó tanta cantidad de plata como metal había fundido, de que, dijo, recibió contentamiento grande.
Por la mayor parte, los casos bien acaecidos en los hombres, sino se comunican con los amigos, no tiene el espíritu tanto contento como cuando los ha comunicado, y por gozar de este privilegio y contento, este indio don Diego Gualpa tuvo por amigo a un yanacona que se decía Chalco, natural del pueblo de Accha, junto al Cuzco, inga de nación, al cual le dijo haber hallado en el cerro de Potosí mucha riqueza de plata y le mostró lo que tenía en su poder de lo que había sacado del dicho cerro y cómo le había sucedido al haber hallado.
Como por la mayor parte naturaleza repartió entre los indios que en los demás de otras naciones della, apeteció este yanacona Chalco ver y saber de dónde había sacado su amigo Gualpa esta riqueza de plata y le importunó fuesen a ver donde había lo que decía y mostraba (así).