[1] Sin embargo, en una declaración fechada en 1694 sobre la genealogía de un hijo de Antolínez el propio pintor dice tener sobre poco más o menos 66 años, lo que retrasaría su nacimiento a 1628.
Falleció en Madrid el 23 de junio de 1697, legando sus bienes a la capellanía que había fundado en la desaparecida iglesia del Salvador, donde, siempre según Palomino, se encontraban muchas pinturas de su mano, que según Ceán Bermúdez serían dos apostolados y las pinturas del retablo de Nuestra Señora.
Palomino pondera en él «su excelente gusto en el colorido, y buena invención», destacando así sus dotes para la composición de un relato iconográficamente poco corriente y para el que carecería de modelos, hábilmente narrado en tres escenas sucesivas.
En muy mal estado de conservación, parece advertirse en ella cierto declive en el pintor.
Se conocen además, en cierta cantidad, obras de carácter devocional y formato mediano, entre ellas los restos de un apostolado propiedad del Museo del Prado a donde llegaron tras la desamortización y, según Cruzada Villaamil, que tacha estos cuadros de «verdaderamente malos» en el Catálogo provisional historial y razonado del Museo Nacional de Pinturas, editado en Madrid en 1865, procedentes de la iglesia del Salvador.