[2] Durante su servicio civil en Túnez, desarrolla un programa regional para el tratamiento de la fiebre reumática y sus complicaciones cardíacas, que representan la principal causa de muerte entre los jóvenes.
[4] En 1989, él parte hacia Ecuador al Instituto francés de estudios andinos para estudiar con su esposa, la socióloga Anne-Claire Defossez, los procesos que dan cuenta las disparidades de mortalidad maternal, sobre todo entre las poblaciones indígenas.
Los realiza gracias al fondo « Ideas » del Consejo europeo de la investigación en donde es condecorado en 2008.
[10] En margen de su recorrido universitario, Didier Fassin se vuelca en diversas actividades ciudadanas.
En 1996, ha fundado y dirigido la Unidad Villermé para las enfermas sin amparo social o residencia documentada en Francia en el hospital Avicena de Bobigny.
[19] Mientras que lo político está considerado como un objeto legítimo para los antropólogos, la moral tiene en revancha durante mucho tiempo eludida.
Si bien reconoce el interés de estos dos enfoques, Didier Fassin prefiere pensar en términos de cuestiones morales y cuestiones éticas que están constantemente sujetas a definiciones, disputas y negociaciones.
[24] Las cuestiones morales y los entramados éticos no se limitan efectivamente al examen de la bondasd, del altruismo y de la humanidad: implican también la indiferencia, la aversión o la crueldad.
[26] El pensamiento crítico consiste en no dar por sentadas las evidencias del mundo social, las categorías, las distorsiones y las omisiones a través de las cuales se piensa: es una crítica del sentido común, empezando por la de los propios investigadores.
[27] Un rasgo esencial de este paso es el recurso hacia la etnografía, que Didier Fassin describe como a la vez un método, una escritura y una experiencia.
Suponiendo largos períodos de investigaciones en las que las acciones del investigador comparte lo cotidiano con aquellos entre los que dirige su trabajo, no forúnculos, sin embargo, según él, el retorno de estas interacciones.