Esta dificultad se ve incrementada al tratarse en muchos casos de ser entornos urbanos habitados por una serie de individuos socialmente vulnerables, lo que los conduce a crear entornos habitacionales socialmente deprimidos.
El resultado final son lugares rápidamente degradados y barrios deprimidos.
Durante buena parte del siglo XX, el Movimiento Moderno vivió la ensoñación del crecimiento continuo: la Carta de Atenas daba por supuesto que las ciudades nunca dejarían de expandirse.
Esta ilusión caducó con la crisis petrolera, la cual vino a demostrar que la promesa del crecimiento continuo no era más que una de las muchas circunstancias influenciables por el desarrollo político y económico de la sociedad moderna.
Esto es un factor cada vez más relevante en una sociedad preocupada por el cambio de clima, los valores ambientales y por tanto en las estrategias urbanas basadas en la sostenibilidad.