Son visibles los rieles por donde unas posibles vagonetas entraban o sacaban los materiales.
Son notables la chimenea y los utensilios industriales para la fabricación del aguardiente.
Una vez hervida, la brisa era prensada y se obtenían otros derivados para la industria farmacéutica (ácido tartárico).
El cierre y abandono del edificio por parte de sus propietarios, sin darle un uso alternativo posterior, permitió que, cuarenta años más tarde, la Fassina Balanyà se mantuviera prácticamente igual como la habían dejado.
El nuevo museo, diseñado por el arquitecto Dani Freixes, utiliza museografía tradicional y tecnológica para que el visitante sea el verdadero protagonista de la renovada fábrica y disfrute de una instalación que es única en Cataluña.
Se ha restaurado completamente el edificio de la destilería y la antigua maquinaria.