De repente, los Gómez

La policía obliga a ambos a colaborar en la identificación del criminal, por lo que deben acogerse a un plan de protección de testigos para preservar la seguridad de toda la familia.

A partir de ese momento, los Tamayo asumen una nueva identidad y se convierten, de repente, en los Gómez.

Pese al temor inicial, comienzan a sentirse seguros en su nuevo "hogar": cuentan con más comodidades de las que nunca esperaron disfrutar y, además, todo les sale gratis.

Pueden permanecer en la casa y conservar las nuevas identidades, pero si quieren mantener el nivel de vida -algo que deben hacer para no llamar la atención- deberán correr ellos con todos los gastos.

Ante esta situación, Felipe se da cuenta de que su familia corre peligro de muerte porque la mafia les persigue y ya no puede confiar en la policía, por eso traza un plan a partir de este momento que sólo él conoce: conservar el puesto de trabajo que le ha buscado la policía en una inmobiliaria como tapadera y volver a cometer delitos menores para conseguir dinero con el que financiar la huida de todos a un lugar seguro.