Su rápida adaptación al cabaré occidental como una danza de carácter erótico –ajena a las pautas sociales del fin-de-siècle– facilitó su desarrollo como número de striptease en el que las bailarinas presentaban una nueva y escandalosa imagen del deseo y la libertad sexual relacionados con textos sagrados.
En la segunda, debía dejar las joyas, lo que venía a ser como dar el propio ego.
Ya totalmente desnuda, Ishtar pudo entrar en la eternidad y rescatar a su amante.
Pero Ereshkigal se arrepintió de haberla dejado entrar e inmediatamente le prohibió que saliera.
Así, Arthur O'Shaughnessy (1844-1881) escribe: En torno a su «cuerpo enjoyado», «baila su cabello negro […] como una serpiente».