[1] Se trata de un espacio endokárstico, similar a otras del sistema ibérico donde el agua ha disuelto minerales calizos generando una oquedad.
Entre otras intervenciones, se amplió la entrada de la cueva para dicha explotación.
[3] La cueva fue documentada científicamente por primera vez en 1902 por Longinos Navás.
[4] Este, interesado en la entomología, trajo la atención al valor ecológico de la sima.
[2] El espacio es refugio para cuatro especies de murciélagos cavernícolas (Miniopterus schreibersii, Myotis myotis, Rhinolophus euryale, Rhinolophus ferrumequinum)[1] lo que lo convierte en un hábitat de interés dado el retroceso de los quirópteros en el espacio antropizado del valle del Ebro.