Fue descrito originalmente en 1902, y en 1935 fue reconocido como una especie distinta de su pariente más cercano, la actual fossa (Cryptoprocta ferox).
[4] Sin embargo, Lamberton aparentemente solo tenía tres esqueletos del fossa actual, insuficientes para poder captar el grado de variación en esta especie, y algunos autores posteriores no reconocieron la separación de C. spelea y C. ferox como especies.
[2] Grandidier no designó un espécimen tipo para esta especie, y para mantener a C. spelea como el nombre de la forma grande de fossa, Goodman y colaboradores designaron un ejemplar que sirviera como espécimen tipo (más exactamente, un neotipo).
[2] Lamberton reconoció una tercera especie, Cryptoprocta antamba, basándose en una mandíbula inferior con un espacio anormalmente ancho entre el proceso condilar en su parte posterior.
[7] Aunque se han descrito algunas diferencias morfológicas entre las dos especies de fossas,[5] estas pudieron ser alométricas (relacionadas al crecimiento corporal), y en su entrada sobre los fossa en la obra de 1986 Mammalian Species, Michael Köhncke y Klaus Leonhardt escribieron que ambos eran morfológicamente idénticos.
[11] Restos subfósiles del fossa gigante han sido hallados en sitios de cuevas del Holoceno[2] en el extremo norte de Madagascar junto a la costa occidental hasta el sur, así como en las tierras altas centrales.
[2][12] No existe evidencial subfósil para demostrar definitivamente que estos lémures eran sus presas; esta idea se basa en la dieta del fossa actual.
[13] Otras posibles presas son los tenrecs, eupléridos de menor tamaño, e incluso hipopótamos malgaches jóvenes.