Otro ejemplo de esto es el cangrejo violinista (Uca pugnax), en el cual se da un dimorfismo sexual gracias a la alometría.
Stephen Jay Gould (1966) distingue cuatro conceptos de alometría: el ontogenético, el filogenético, el intraespecífico y el interespecífico.
Cualquier exponente mayor al esperado según la isometría, se considera alometría positiva, es decir, hay un crecimiento desproporcionadamente alto de la variable.
Lo anterior se da gracias a la existencia de módulos tanto en embriones como en organismos adultos.
Por otro lado, la modularidad permite a la alometría producir cambios en un módulo, sin afectar el desarrollo o funcionalidad de los demás.
Los cambios en los módulos pueden ser espaciales o temporales (heterocronía, otra forma de disociación).
La existencia de módulos tanto en los embriones, como en organismos adultos, ha permitido que puedan suceder cambios alométricos en el crecimiento durante el desarrollo, generándose así novedades evolutivas.
Sin embargo, durante su desarrollo, los módulos del premaxilar y maxilar crecen enormemente, lo que provoca un desplazamiento de la nariz hacia arriba del cráneo (ver Desarrollo de cráneo en ballenas).