La escultura representa a un Cristo vivo en la Cruz mirando hacia abajo, con la boca entreabierta y marcas del martirio sufrido.
Cuenta con una melena tallada con mechones que le caen sobre los hombros y una doble corona de espinas clavada en la cabeza.
[1]Además de los escasas pruebas que se le hicieron a la talla durante sus restauraciones, estos informes están basados principalmente en suposiciones, debido a la carencia de fuentes bibliográficas sobre la obra hasta varios siglos más tarde.
Esto también ocurre con casi todos los demás pasos de la Semana Santa Coyantina, aunque el que nos ocupa es la excepción.
Por lo peculiar de la talla, que se basa en su extraordinaria antigüedad y calidad artística para una obra procesional, los portadores del paso, para resaltar más esto, llevan el brazo que no sujeta la vara paralelo al cuerpo cayendo hacia el suelo, de forma que se destaca más la verticalidad de la obra.
Además, en las salidas del templo, debido a la longitud de la cruz actual, que como ya se mencionó sustituyó a una anterior en 2001, para que la talla ganase en vistosidad, el Cristo debe salir semitumbado mediante un sistema de articulación en la base de la cruz y ser colocado verticalmente ya en la calle por dos hermanos.