Alfonso V, hijo y sucesor de Fernando, trató a Juan como a un subordinado, y sus hermanos nunca aceptaron la autoridad de Juan II.
Álvaro de Luna aprovechará su posición al lado del monarca para repartir cargos y títulos entre sus familiares y amigos, y su propio ascenso económico también vendrá motivado por su cercanía al poder, lo que termina generando un clima de animadversión hacia él.
Dichos pleitos se alargaron hasta bien entrado el siglo XVI, hecho que constata que la polémica acerca de su condena permaneció viva durante mucho tiempo tras su muerte.
Esta apreciación dio pie a diversas teorías que podrían justificar una doble autoría.
Se relacionan de forma directa los servicios a la corona y la lealtad al rey con la concesión de cargos y premios económicos cada vez más suculentos.
Desde el primer momento aparecen retratadas las claves de este constante ascenso, unidas siempre a los elementos que dificultarán el mismo, y que conducirán a la caída del condestable.
[4] Se persigue, por tanto, a través de todos estos elementos, el recrear el género del encomium, esto es, “la búsqueda de la exaltación del personaje y de la iluminación de sus virtudes” Por otra parte, se ha contemplado la obra como una biografía por ciertas características comunes a las biografías del siglo XV, como son la determinación del linaje del biografiado, el retrato físico y moral y la exposición de los hechos cumplidos por el mismo No se puede concluir, por tanto, que la crónica se adscriba a una definición formal de la historia.
Tampoco se adscribe fielmente a las características de la crónica debido al rigor científico y biográfico.
No hay duda de que el autor fue alguien cercano al Condestable, pues sus fuentes son principalmente la observación directa y la tradición oral, careciendo prácticamente de fuentes escritas.
Otros estudiosos como don Nicolás Antonio, Frankenau o el dr.
Francisco Cerdá y Rico siguieron la propuesta y testimonio de Pellicer, atribuyéndole la misma autoría sin titubear, confiando en la sabiduría de su compañero anterior.
Así, a partir de 1453, cuando comienza a perfilarse la caída del Condestable, el estilo se transforma de manera radical y la acción se hace más lenta para analizar lo sucedido.
Indica que no hay ruptura, sino un cambio en las intenciones del autor.
La estructura estaría, por tanto, destinada a llevar al lector - desde una meditada narración - de su ascenso y servicios a la corona hasta su caída, haciendo hincapié en su inocencia, y no tanto en los pormenores de su vida.
No puede afirmarse de forma concluyente que Gonzalo Chacón sea el único autor, tal y como señala Mata Carriazo (1940).
[7] Sin embargo, Montiel Roig considera que es posible justificar la diferencia estilística partiendo de las intenciones comunicativas y el hilo conductor del texto (1997: 179).
Es en ese punto donde la obra se detiene minuciosamente para narrar el último año de vida del protagonista.
Ya lo señala el autor: “conmemorar sus virtudes, las quales ciertamente bien con razón deber ser llamadas heroicas, e meresçen aver tal nombre” [10] GARCÍA-ANTEZANAS, J. (1967).