Coventry Patmore

[2]​ Su padre era un hombre de letras y un escritor capaz e imaginativo, que vivía entre escritores, formando parte del grupo que incluía a Lamb, Hazlitt, Leigh Hunt, «Barry Cornwall» y otros de menor renombre.

[3]​ P. G. Patmore dejó inevitablemente a su hijo, esmeradamente educado pero desprevenido para cualquier profesión, que se ganara un complicado sustento.

En aquel momento percibía un exiguo sustento gracias a las traducciones y colaboraciones en publicaciones periódicas hasta que, en noviembre de 1846,[3]​ Monckton Milnes (más tarde Lord Houghton), tras haber conocido a Coventry Patmore en casa de Mrs.

[3]​ Nunca comprometió su independencia, y trabajó duro para mantener a su familia escribiendo en revistas, especialmente la Edinburgh y la North British, esfuerzos tanto más meritorios cuanto que el trabajo no era de su agrado.

[3]​ Una excepción a su habitual indiferencia hacia la labor de otros hombres era la admiración que en aquella época sentía por Tennyson, con quien se relacionaba tanto como le permitían el alejamiento del viejo poeta de la ciudad y su aversión a escribir correspondencia.

[3]​ Escribió una importante carta sobre el tema a The Times, y suscitó un gran entusiasmo marcial entre sus colegas.

[2]​ Era una mujer de considerable fortuna tanto como belleza,[5]​ y profesaba la misma fe[5]​ que Patmore (el catolicismo).

[4]​ Sus relaciones con la Iglesia de la que se había convertido en miembro eran curiosas; detestaba y despreciaba al líder oficial de la misma en su país, denigraba el sacerdocio como individuo y no hacía caso del poder temporal del Papa, al tiempo que llevó a cabo cuatro peregrinaciones a Lourdes y deseaba ser enterrado con el atuendo de un fraile franciscano.

Después se instaló en The Mansion (Hastings), una hermosa casa antigua que había atraído su imaginación cuando era niño.

[4]​ Su segunda esposa murió en 1880, sin haberle dado hijos;[5]​ en su memoria, Patmore erigiría una imponente iglesia católica en Hastings, diseñada por Mr.

[6]​ En 1881 el poeta, un tanto tardíamente en la vida, contrajo matrimonio por tercera vez, siendo su esposa Miss Harriet Robson, también católica,[5]​ con quien tendría un hijo.

Altivo, imperioso, combativo, sardónico, era al mismo tiempo sensible, impresionable y capaz de mostrar una profunda ternura.

Estudió principalmente en el Ushaw College, donde obtuvo numerosos premios, pero que, a juzgar por sus cartas de juventud publicadas por Mr.

Difícilmente puede ponerse en duda que Henry Patmore habría resultado ser un poeta lírico encantador; difícilmente se puede conjeturar si habría llegado a ser algo más a falta de una evidencia clara de hasta qué punto sus limitaciones eran naturales y hasta qué punto se debían a un sistema educativo equivocado.

[1]​ En 1844 publicó un pequeño volumen de Poemas, no exento de singularidad, pero empañado por su irregular elaboración,[2]​ que contenía, junto con otras composiciones menores, cuatro poemas narrativos: "The River", "The Woodman's Daughter", "Lilian" y "Sir Hubert", sorprendentemente originales y singulares en estilo e idea, aunque no sin trazas de Tennyson y Coleridge.

[3]​ Patmore, afligido por la acogida, compró el resto de la edición y la hizo destruir.

[3]​ Patmore había conocido en 1849 al grupo de artistas prerrafaelitas, con quienes tenía mucho en común, y a cuyo órgano, The Germ, contribuyó con un notable ensayo sobre Macbeth, así como con poesías.

El libro se hizo célebre inmediatamente,[8]​ y tuvo su continuidad en The Espousals (El desposorio, 1856), Faithful for Ever (Fieles para siempre, 1860) y The Victories of Love (Las victorias del amor, 1862).

En la edición recopilatoria de sus obras, Faithful for Ever se fusionaría con The Victories of Love.

Cabe decir que la calidad de la ejecución poética continuaba in decrescendo, aunque hay cosas sumamente hermosas en Fieles para siempre.

[5]​ La tranquilidad y el retiro le habían devuelto el impulso poético; en 1868 había editado para difusión privada nueve odas, notables tanto por su poesía como por su estructura métrica, o más bien, tal vez, por su belleza musical en ausencia de formas métricas definidas.

[6]​ También en 1878 publicó un interesante, aunque de ninguna manera indiscutible ensayo sobre Las reglas métricas inglesas.

[6]​ En 1886 apareció una edición recopilatoria de sus poemas en dos volúmenes, con un característico prefacio que podría servir como epitafio del autor.

[2]​ Esta edición recopilatoria incluía también un valioso apéndice sobre las reglas métricas del inglés, ampliación de un ensayo anteriormente publicado en la North British Review.

Por otra parte, el vivificador espíritu amoroso está [en esta obra] profundizado e intensificado en una cristalina armonía de la pasión terrenal con el amor divino y trascendente; la manifestación externa es considerada como un símbolo de un sentimiento a la vez eterno y esencial.

La espiritualidad da forma sustancial a su inspiración; la poesía [está compuesta por] los mejores elementos, resplandeciente y viva.

Sus facultades críticas alcanzaban el máximo nivel, pero se veían afectadas por su obsesivo pecado de egotismo.

En otras ramas del pensamiento, resulta poco más que una fuerza desperdiciada, principalmente a causa de su disonancia con su propia edad.