Por una parte, envía la información necesaria (eferencias), para poner en marcha los movimientos voluntarios y por otra parte, recibe información sensorial (aferencias) desde diversos centros cerebrales que sirve como retroalimentación para mejorar la planificación y ejecución de movimientos.
[7] El tracto corticoespinal o piramidal sigue la siguiente ruta: los axones atraviesan la sustancia blanca y se van uniendo progresivamente hasta formar parte de la cápsula interna.
En este punto, la mayor parte de las fibras nerviosas cruzan hacia el lado contralateral en el bulbo raquídeo (lo que se conoce como decusación piramidal).
Así, forman el tracto corticoespinal lateral, que desciende por la médula espinal y termina en las motoneuronas e interneuronas mencionadas con anterioridad.
Además de estas dos rutas directas (corticoespinal y corticobulbar), la corteza motora puede controlar indirectamente la ejecución de movimientos mediante los fascículos córtico-rubral (que termina en el núcleo rojo) y córtico-reticular (que desemboca en la formación reticular).
Estimulando eléctricamente diversas partes de la corteza cerebral (principalmente las cortezas motora y premotora) Penfield comprobó que se producían movimientos en diversas partes del cuerpo en función de las áreas corticales que eran estimuladas.
Con estos datos, elaboró un mapa topográfico de la corteza en el que estaban representadas las partes del cuerpo asociadas a cada región.
Peinfield sintetizó sus descubrimientos mediante la representación gráfica de las diversas partes del cuerpo que estaban relacionadas con las diferentes áreas cerebrales.