Si las palabras del texto se encuentran en el diccionario, éstas son aceptadas; de lo contrario, el corrector propone términos similares.
[1] Para la corrección de errores gramaticales se puede utilizar un corrector gramatical, si bien hoy en día muchos correctores ortográficos también cumplen esta función, así como errores en la puntuación del texto.
Un corrector ortográfico no puede garantizar que un texto sea correcto, pues, aunque las palabras en una oración existan, puede que la palabra no tenga la semántica correcta.
Además, suelen tener problemas al detectar palabras prefijadas o con elementos compositivos, o incluso con vocablos sufijados, como opciones «correctas» unas formas que precisamente no son correctas ortográficamente.
El primer corrector ortográfico del español fue Escribién, para la plataforma MS-DOS, en los años 1980, pero fue en la década de 1970 cuando estuvieron disponibles los primeros correctores para ordenadores tipo mainframe.