La comitiva de la corte inició el camino hacia esa ciudad, pero se encontró con un panorama no esperado: la fama de la Pucelle se había extendido por buena parte del territorio y aquello había hecho que el ejército armagnac del delfín fuese temido.
La voz predominante la llevaron los nobles de sangre real, que intentaron imponer su criterio.
Una de los encuentros más importantes fue entre Juana y el hermano Ricard, enviado por los troyenses.
La guarnición borgoñona permaneció quieta en el centro de la ciudad con cierta pasividad, decidiendo no luchar.
El 12 de julio se llegó a Arcy y un día después a Châlons, ciudad que, espantada, no dudó en entregar rápidamente las llaves de la ciudad al delfín.
Así pues, con precaución desestimaron la opción de resistir sabiendo que un asedio probablemente no les comportaría apenas beneficios.
La ceremonia estuvo falta de algunos elementos tradicionales, que fueron sustituidos, como por ejemplo algunos objetos simbólicos reales.