Se desposó con el consular Tiberio Sempronio Graco tras la muerte de su padre.
Formó parte de la familia patricia que más se entregó a la defensa de la cultura helenística que entonces empezaba a asentarse en Roma.
En sus Vidas paralelas de Tiberio y Cayo Sempronio Graco, Plutarco afirma que Cornelia gustaba del trato con las gentes y se mostraba muy hospitalaria con sus invitados.
Recibía en su casa a filósofos griegos y toda clase de literatos.
Dante Alighieri la cita en la Divina comedia, como uno de los espíritus que se encuentran en el Limbo.