[2] Luego de la fundación española de la ciudad del Cusco, el solar donde hoy se levanta el monasterio fue entregado al conquistador español Diego de Silva y Guzmán quien levantó en dicho terreno su vivienda conocida hasta el día de hoy como Casa Silva.
En octubre de ese mismo año llegaron al Cusco las primeras religiosas para recluirse en clausura perpetua.
Su puerta termina en un arco de medio punto y está flanqueada por columnas corintias que sostienen un entablamento corrido en el que se encuentra, esculpida en la piedra, el escudo de la Orden de los Carmelitas Descalzos.
Hacia los pies, sobre la entrada, se levanta un coro alto de madera y, en los laterales de toda la nave los lienzos cusqueños con marcos barrocos.
En el vértice del convento que da al cruce de las calles Saphy y Siete Cuartones, se encuentra un balcón en ajímez que posiblemente sea un resto del tiempo en que esa construcción formaba parte de la Casa Silva.