Cuenta con un bello claustro y una iglesia gótica de una única nave como elementos más destacados.
Unas décadas más tarde, el rey navarro Teobaldo II fundó en Sangüesa la Nueva, y en honor del santo italiano, una iglesia que posteriormente se amplió como convento.
En 1835 el gobierno liberal declaró la extinción del convento y sus frailes fueron exclaustrados.
Sin embargo a finales del siglo XIX regresó una comunidad monástica al convento; en 1898 se establecieron los Capuchinos, que son sus actuales moradores.
Uno de los elementos artísticos más interesantes de la misma es la portada gótica, que consiste en un arco apuntado abocinado por cuatro arquivoltas y baquetones, que descansan sobre capiteles corridos decorados con motivos vegetales.
La bóveda estrellada, con ángeles en las claves y los apoyos, data de un periodo posterior, del siglo XVI.