[1] Tras obtener el permiso del concejo municipal, las obras del cenobio teresiano se desarrollaron hasta 1611, fecha en que lo estrenó una reducida comunidad de frailes que estaba instalada en Burgos desde 1606.
En el siglo XVIII el convento y la iglesia, cuyas fábricas respondían a un estilo conventual protobarroco de acuerdo con la tipología carmelitana, fueron agrandados.
Se incorporó así una artística portada barroca clasicista con doble espadaña.
La vida conventual fue restablecida en 1877 bajo la autoridad del prior general José María de la Soledad Zárrabe, quien entre otras restauraciones recompró la antigua huerta.
Exteriormente llama la atención su silueta piramidal escalonada e interiormente, la esbeltez y la claridad de volumen.