[4] Como señala Juan Carlos Mejías Tavero en Navíos españoles del siglo XVIII: Diferencias básicas según el sistema empleado en su construcción, se puede establecer de qué periodo se trata fijándose en puntos comunes de los navíos,[3] como son las cintas —el «conjunto de maderos que van por fuera del costado del buque desde proa a popa, y sirven de refuerzo a la tablazón»[6]—, mesas de guarnición, tajamar, serviolas y escobenes,[3] aunque «no es totalmente definitiva, ya que debemos tener siempre en cuenta las posibles modificaciones…»[3] y que dichas modificaciones «no se producían de una forma sistemática» y que podrían transcurrir años «hasta ser aplicadas de una forma general, solapándose sistemas y en ocasiones produciéndose mezclas en un mismo buque».
[7][nota 3] Así, Mientras que durante la primera mitad del siglo poco más del 10 % de los barcos fueron construidos en los arsenales, en la segunda mitad el número había aumentado a casi 70 %.
Así, en el Reino Unido se construyeron 261 navíos en este periodo frente a los 120 de España.
[14] En total, con la entrada del nuevo siglo, la fuerza naval española estaba formada por diecisiete galeones, ocho fragatas, cuatro brulotes y siete galeras.
[28] La serie tuvo una vida útil media de unos cuarenta y cinco años.
[34] Sin embargo, hacia 1765, el sistema de Jorge Juan ya parece haber perdido la confianza de Carlos III a favor del «sistema francés» que propone Francisco Gautier.
[35] Sin embargo, en 1765,[35] Francisco Gautier es contratado para hacerse cargo de la construcción tras redactar un primer informe con recomendaciones respecto a los defectos observados en la tala, el corte y el secado de la madera utilizada.
[2] Retamosa no introduce grandes cambios estructurales, aunque vuelve al estilo de arbolar a la inglesa, es decir, con el palo mayor más hacia a popa, y también su costumbre de forrar el casco con planchas de cobre para proteger la madera y aumentar la velocidad del buque.