La Constitución, adoptada a iniciativa de Napoleón, fue aprobada por el pueblo francés mediante plebiscito en 1802.
El senadoconsulto orgánico del 16 de termidor del año X (4 de agosto de 1802) modificó la Constitución del Año VIII para dar nacimiento a una nueva, la Constitución del año X, cuya principal novedad estribaba en que se concedía a Napoleón Bonaparte el consulado vitalicio y además este podía proponer al Senado el nombre de su sucesor (un paso decisivo hacia la monarquía poniendo fin de facto a la República Francesa).
Previamente se había sometido el cambio a la aprobación de los franceses en referéndum, a los que se preguntó: «¿Debería ser Napoleón Bonaparte cónsul vitalicio?».
Dos días después la misma cámara aprobaba sin discusión, a propuesta de Napoleón, el senadoconsulto orgánico conocido como la Constitución del año X.
Este poder es el que permitirá a Napoleón pasar sin dificultar de la República al Imperio con la promulgación de la Constitución del Año XII.