Además, fue un gran recitador y, en opinión de Walton, el mejor intérprete que tuvo nunca su obra Façade.
George conservó un pequeño sueldo por una colaboración con el «Bulletin», conseguida en sus años parisinos, y comenzó a realizar retratos.
[7] George regresó a Inglaterra en agosto de 1919 y siguió pintando, principalmente algunos encargos sobre la guerra, recluido en una casa que le habían prestado en Cornwall.
Aunque George nunca sintió gran interés por su familia, su mujer siempre fue una devota madre y esposa que mantuvo ferréamente el hogar a flote, y aunque paso la mayor parte del tiempo sola en Inglaterra con sus hijos, siempre conservó la admiración por su marido.
[8] A pesar de que los hijos no tuvieron mucho contacto con su padre, tanto él como su madre, sobre todo, les inculcaron un aprecio por el arte y la literatura que fructificó en sus futuras carreras artísticas: Maurice[9] llegó a ser un reconocido escultor (también muy dotado musicalmente) y Constant un gran compositor con mucha facilidad para la escritura, como demostró en sus críticas musicales.
Cuando apenas había terminado su primer año allí fue ingresado en la enfermería del colegio, aquejado de una osteomielitis complicada con una septicemia provocada por estreptococos.
Además, se descubrió que la infección había afectado también a la rodilla derecha y al tobillo izquierdo, haciendo necesarias más operaciones para insertar tubos de drenaje.
A los trece años ya escribía música orquestal y en el Christ logró acabar incluso una pequeña opereta.
En septiembre de 1922, a los diecisiete años, ingresó en el Royal College of Music (RCM), tras conseguir una beca.
[16] La segunda parte, protagonizada por la cantante y bailarina de color Florence Mills,[17] con su grupo «The Blackbirds», le causó una gran impresión.
(Para subrayar esto, cuando Lambert hizo algunas pequeñas revisiones en 1927 escribió la sinopsis y las directrices de la partitura en francés).
Constant tenía solo diecinueve años y, muy enfadado, amenazó con retirar su música, recurriendo incluso a un abogado; Diágilev, siempre a su manera, hizo valer sus derechos y solamente le dejó asistir al ensayo custodiado por un par de guardas, ante el miedo de que rompiese la partitura.
Para el estreno parisino, una quincena más tarde, Diágilev incluyó un entreacto de Balanchine, sin música, ya que Lambert se negó en rotundo a alterar su partitura: los bailarines danzaban con el telón casi bajado y solamente se veían los pies.
Se conserva una grabación del estreno en la radio, con la Hallé Orchestra dirigida por el propio compositor y con Hamilton Harty como solista.
Esta inspiración fue corroborada por su amigo Angus: «Florence Mills todavía conservaba una simplicidad esencial y una calidad infantil».
Introducido por azar en el mundo del ballet, casi fue inevitable que en 1930 le invitaran a los comités de la «Camargo Society»[31] —una sociedad benéfica interesada en establecer, tras la muerte en 1929 de Diaghilev, el ballet clásico en Gran Bretaña— y que al poco le nombraran su director artístico.
(Más adelante la «Camargo Society» también programó Adam and Eve, la obra despreciada por Diaghilev, con una coreografía de Antony Tudor).
Ninette había sido una gran bailarina y, tras dejar el baile profesional en 1926, decidió un par de años más tarde, en 1928, montar su propia compañía, la «Vic-Wells Ballet».
En ese momento, Lambert pasó a ser director musical y también artístico del «Vic-Wells Ballet»: diestro en todas las artes, ejerció una gran influencia sobre Ninette, siendo no solo director sino también la conciencia y piedra de toque estética de todas las producciones, que parecía saber por instinto que era lo correcto para la compañía.
Lambert pensaba que «...la música inglesa más grande ha sido siempre literaria, en el mejor sentido de la palabra, así como la poesía inglesa ha puesto siempre gran tensión en el valor puramente musical de los sonidos, con independencia del sentido».
[34] Le llevó casi tres años de trabajo y tituló la obra Summer’s Last Will and Testament (1932-1935), dedicándosela a su mujer Florence.
En 1933, cuando Duke Ellington hizo su gira por el Reino Unido —Londres, Liverpool y Glasgow— Lambert le frecuentó en varias ocasiones e incluso organizó en su propio piso de Bloomsbury una pequeña cena privada en su honor.
El ballet apenas tuvo éxito y los siguientes once años Lambert no escribió nada más, convencido ya de que su talento se había acabado, y dedicándose exclusivamente a la dirección orquestal, haciendo numerosas giras con el «Sadler’s Wells Ballet».
Estalló la II Guerra Mundial y Lambert siguió con el «Sadler’s Wells Ballet», haciendo giras por toda Inglaterra y alguna por el extranjero (estuvieron en Holanda justo antes de la invasión); siguió adaptando música ajena, tocándole ahora a William Boyce para The Prospect before Us (1940).
Al final de ese mismo año, 1940, compuso su primera música para una película, Merchant Seamen, un cortometraje dirigida por J.B.
Su mejor amigo por esos años fue el compositor Alan Rawsthorne, un lancastriano cuya severa expresión escondía un inventivo ingenio.
Lambert fue despedido del Covent Garden en 1947, por razones poco claras, aunque probablemente fueran ya sus problemas con el alcoholismo lo que le impedía atender sus obligaciones.
De nuevo fue una colaboración con Frederick Ashton y el Sadler's Wells Ballet, pero Lambert ya no era su director.
El argumento licencioso del ballet, ambientado en la Grecia clásica, con cambios de sexo, serpientes copulantes y sugerencias eróticas, tuvo que ser atenuado para su estreno ante la reina.
Los compositores Gordon Jacob, sir Thomas Armstrong (más adelante director de la Royal Academy of Music) e Elisabeth Lutyens, que fueron compañeros suyos como estudiantes en el RCM, recordaban a Lambert así: