El arte era una parte importante de toda educación respetable y Roussel pronto mostró una buena disposición para la música.
Pero el héroe de su infancia fue, sin duda, Julio Verne, que le hizo soñar con aventuras y mundos desconocidos.
Las estancias con sus primos en las playas belgas de Heyst le despertaron una gran afición por el mar.
Roussel solicitó un largo permiso y se instaló, a finales de 1893, en Roubaix con su familia.
En París tuvo como profesor a Eugène Gigout (1844-1925), con quien estudió piano, órgano, armonía, contrapunto y fuga.
Eran los Deux Madrigales a 4 voces, que fueron premiados ex aequo y estrenados bajo su dirección en un concierto celebrado en la Salle Pleyel.
Compuso luego una pieza para piano titulada Les heures passent (1898), obra que consideró, a los treinta años, su Opus 1.
(También destruyó, años más tarde, otra pieza Vendanges (1905), un fragmento sinfónico que incluso llegó a estrenar en los Conciertos Cortot).
En esta obra aún sigue bajo la influencia de Franck y D'Indy, pero así como enseguida se desembarazó del lirismo del primero, el evangelio d'indysta le acompañó en todas las obras de esta primera etapa (que podría abarcar hasta la Primera Sonata para violín y piano opus 11): formas cíclicas y desarrollo temático fueron los principios compositivos que siempre consideraba esenciales.
Esos mismos años (1904-06) compuso su primer gran trabajo orquestal, el Poème de la Forêt en cuatro movimientos —Forêt d'hiver, Renouvres, Soir d'été and Faunes et Dryades— obra que es su Sinfonía n.º 1, opus 7.
A partir del Divertissement opus 6, para flauta, oboe, clarinete, bajo, trompa y piano, la música de Roussel se acerca a las investigaciones que por esa misma época estaba haciendo Stravinski, sin conocerse, un lenguaje despojado, con una importante concepción rítmica, más lineal y transparente de lo que lo serán Petrouska y La Sacre de printemps unos años después.
Lo visto en el viaje le sirvió de inspiración para su obra orquestal Évocations opus 15 (1910-11) (según D. Calvocoressi).
Ya comienza a tener un nombre y en 1911 J. Roucha le encargó la composición de un ballet para el Théâtre des Arts.
Solicitó el libreto a Louis Laloy pero la guerra le impidió acabar la obra, aunque estaba muy avanzada.
En 1914, al iniciarse la Primera Guerra Mundial, y pese a que fue declarado no apto, decidió participar como conductor de la Cruz Roja.
Tras ser desmovilizado se instaló en Perros-Guirec (Bretaña), donde retomó y acabó en forma de ballet-ópera, tan querida a Rameau, Padmâvati, que el programa sitúa en «Tchitor, hacia 1300.
(Padmâvatî raramente se representó posteriormente debido a la suntuosidad de los medios coreográficos y escénicos que exige.)
Las siguientes composiciones se inspiran en la tradición greco-latina, como en su obra La Naissance de la Lyre (1922-23) (que luego seguirá con el ballet Bacchus et Ariane (1930) y Aeneas (1935).
Coincidiendo con el festival, la «Revue Musicale» le dedicó un número especial, que incluía obras de siete compositores compuestas en su honor: Los tributos musicales eran cortos —los siete juntos duran solo dieciséis minutos— pero muestran la estima que sus pares le dispensaban.
En agosto se retira a Royan (en el estuario del Garona, cerca de Burdeos) para reposar y reponerse.
Lista establecida siguiendo el catálogo de Damien Top, del Centro Internacional Albert Roussel.