En 337, su padre y su hermano mayor fueron asesinados durante un motín en Constantinopla, posiblemente a instancias de Constancio II.
Se acepta generalmente que Galo pasó su juventud con su hermanastro Juliano en la finca imperial de Macellum, en Capadocia.
[1] Encargado del gobierno de Oriente, visitó a su hermano Juliano en Nicomedia y fijó su residencia en Antioquía, ciudad a la que llegó el 7 de mayo del mismo año.
Amiano Marcelino nos ha dejado un relato particularmente negro del César, sin duda influido por sus opositores.
La rebelión fue cruelmente reprimida por su general Ursicino, que ordenó la ejecución de todos los rebeldes.
Varias fuentes, incluyendo a Juan Zonaras, afirman que el complot había sido organizado por Magnencio para distraer al emperador Constancio.
La arrogancia del emisario y el carácter de Galo provocaron una tragedia.
Con tan endebles pruebas, todos los implicados en el complot fueron exiliados y asesinados a instancias del César.
Galo, cuyos lazos con Constancio había quedado rotos tras las muertes de sus respectivas esposas, permaneció en Antioquía.
Allí fue interrogado por los más altos cargos de la corte imperial, incluyendo al todopoderoso eunuco y praepositus cubiculi Eusebio.
Previamente, ya había sido rescatado en obras anteriores, generalmente estudios sobre el Bajo Imperio romano -así por ejemplo por J. B. Bury o Jacob Burckhardt, entre otros-, o más específicamente referidas -véase"La vida del Emperador Juliano" de J. Bidez-.