Tradicionalmente, este tipo de activos han sido propiedad, y gestionados, por las administraciones locales o centrales.
Habitualmente esto incluye la especificación de atributos del activo, importantes para su funcionamiento, como ubicación, tipo, peso, capacidad, etc.
Por ejemplo, para un activo “carretera” una especificación puede ser que permite el movimiento de 200 vehículos por día.
Con un mantenimiento basado en el rendimiento, las decisiones son flexibles y dependen de la condición actual del activo, así como su edad y su perfil de deterioro futuro.
Este grado ofrece un punto clave que permite realizar decisiones respecto a las inversiones.
En la gestión del catálogo de activos, la sostenibilidad a largo plazo es una limitación importante.
Los costes sociales y medioambientales, así como los beneficios deben ser considerados para ofrecer un plan sostenible.
A menudo esto incluye consultas con los usuarios e interesados que pueden ser afectados por el cambio.
La gestión de activos une los dos conceptos para permitir ofrecer un servicio con una calidad determinada al menor coste posible.
Anteriormente, los costes de mantener y explotar una infraestructura no eran conocidos.
La versión del 2006 incluye case studies de Nueva Zelanda, Australia, Sudáfrica, Reino Unido y EE.