Este asentamiento se extendía hasta la plaza de San Fernando y se estructuraba en torno a un centro cívico en la actual plaza de la Fuensanta.
En época islámica el asentamiento incrementa su valor estratégico y se expande hacia el sur de la meseta, mejorando las infraestructuras configurándose como un hisn, o sea una fortificación en altura.
Posiblemente en el siglo XI y sobre estructuras precedentes se erigió una importante plaza defensiva con sus murallas y alcázar, como sistema de protección de los habitantes del entorno, incrementando así el valor estratégico del enclave.
Ya en el siglo XVI se encuentra consolidado un arrabal en su ladera oriental adaptado a la orografía, que surge a partir de la entrada principal a la villa, la Puerta Real, ocupando la ladera con pendientes menos pronunciadas y de mejor orientación.
Así, la historia y la orografía de Iznatoraf se aúnan para conformar un asentamiento cuyo recinto intramuros conserva en la actualidad los rasgos de la antigua medina árabe, mientras que el arrabal histórico en la ladera este presenta una trama que recorre las líneas de nivel conformando estrechas calles que se adaptan a la topografía.