Conferencia de Evian

Este problema hizo surgir la necesidad de reunir en una conferencia a delegaciones internacionales para buscar una solución.

Por motivos de alianza política, la Italia Fascista de Mussolini y el Japón rehusaron participar; otros países donde existía un sentimiento popular antijudío como Polonia, Hungría, Rumania, o la Unión Sudafricana solo aceptaron enviar observadores.

Tal requisito fue aceptado por los estadounidenses, quienes a su vez anunciaron que, sea cual fuere el resultado de la Conferencia, sus "cuotas de inmigración" vigentes desde 1924 seguirían vigentes, y no exigirían que otros países cambien sus respectivas cuotas.

De los países latinoamericanos enviaron delegaciones Brasil, Bolivia, Argentina, México, Colombia, Venezuela, Chile, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Cuba, Costa Rica, Uruguay y República Dominicana.

Tales delegaciones estaban formadas esencialmente por diplomáticos latinoamericanos ya operando en París.

Francia advirtió que ya estaba recibiendo numerosos refugiados antinazis no judíos de Alemania e Italia, por lo cual no estaba dispuesta a recibir más inmigrantes a gran escala.

Las excusas iban desde la mala situación económica interna hasta el temor a que una masiva inmigración judía alimentase en antisemitismo en sus respectivos países.

Chaim Weizmann, que sería posteriormente el primer presidente de Israel, frente a esta situación anunció tristemente a un periodista del The Guardian de Londres: «El mundo parece estar dividido en dos partes: Una donde los judíos no pueden vivir y la otra donde no pueden entrar»[3]​[4]​ Inadvertidamente el sionismo se fortaleció como ideología tras esta conferencia y una joven Golda Meir, asistente a la conferencia, declaró en su autobiografía sentirse tras la Conferencia "deseosa de combatir (...) para que mis compatriotas no necesitasen nunca más de la compasión de otros países para sobrevivir".

El gobierno de Adolf Hitler comentó irónicamente que resultaba asombroso como los países extranjeros criticaban al régimen por su trato discriminatorio contra los judíos, pero que ninguno de ellos aceptara recibir judíos como inmigrantes.

Myron Charles Taylor pronunciando un discurso durante la Conferencia de Evian
refugiados judios en Sosua trabajan en una fábrica de paja que fabrica bolsos para exportar a Estados Unidos