El norte pernambucano, azucarero y algodonero, con una economía dual y villas populosas, tenía control sobre la economía del sur pernambucano que exclusivamente era azucarero, en donde las villas eran simplemente anexos de los grandes ingenios de azúcar del norte.
Con esto la provincia se resistía pagar elevados impuestos para el Imperio, quien los justificaba como necesarios para llevar adelante las guerras provinciales pos-independencia (algunas provincias se resistían a la separación de Portugal por temor al desastre económico).
En tanto, Don Pedro disolvió la Asamblea Constituyente en 1823 y otorgó una constitución en el año siguiente, extremadamente centralista.
En cuanto las noticias de la destitución del gobernador llegaron a la capital imperial, el emperador dispuso que una fuerza naval brasilera se dirigiera a Recife al mando del capitán británico John Taylor, pero con el fin de pactar con los líderes locales y colocar como gobernador al liberal de Minas Gerais José Carlos Mayrink da Silva Ferrão.
Poco después las fuerzas imperiales desembarcaban en Maceió y avanzaban sobre Pernambuco, siendo que en esta provincia solo la ciudad de Olinda había secundado la revuelta independentista.
Las tropas imperiales vieron prontamente reforzado su número hasta alcanzar 3500 hombres, en tanto gran parte de los terratenientes locales preferían seguir leales a la monarquía y rechazaban proclamar una república independiente.
Los rebeldes que intentaron apoyar a la Confederación en Paraíba fueron también rápidamente vencidos por las propias tropas de dicha provincia.