[1] En este sentido, para el autor las organizaciones son una "constelación de comunidades de práctica"[2] En 1991, Jean Lave y Étienne Wenger publican el libro Situated learning.Legitimate peripheral participation,[3] y John Seely Brown y Paul Duguid escriben un artículo en la revista Organization Science —«Organizational learning and communities of practice».Sergio Vásquez Bronfman cuenta la historia del concepto en su artículo Comunidades de práctica.Por último, la propia identidad del grupo se refuerza el aprendizaje como un proceso de 'participación' y 'liderazgo' compartido.[11] Esta gestión del conocimiento, a su vez, puede ser presencial o virtual (cibercultura); pero siempre cooperativo en un proceso continuo de establecer estrategias de participación, liderazgo, identidad, captura y aprovechamiento del conocimiento.Desde la visión de Étienne Wenger, las comunidades cobran sentido en la medida en que permiten construir conocimiento y a la vez multiplicarlo; concibe el aprendizaje como un proceso de participación y construcción social.Estas comunidades se conforman a través de la interacción entre docentes interesados en resolver problemas específicos de la práctica educativa, colaborando, compartiendo ideas, probando soluciones e innovando.Además, también hay comunidades más amplias que promueven la colaboración con otras instituciones educativas de distintos niveles, con familias e incluso con organizaciones públicas y privadas, entre otros actores.El uso cada vez más extendido de estas tecnologías ha ido estableciendo relaciones entre personas e instituciones que hasta hace unos años eran impensables, creándose comunidades cuyos miembros se relacionan entre sí, de un modo más o menos constante.En las comunidades de práctica, la socialización y la construcción cooperativa de aprendizaje se desarrolla alrededor de una práctica común que lleva a sus miembros a definir ciertos rituales, roles e interacciones que determinan su lenguaje e identidad, que las lleva a comprometerse, consolidarse y evolucionar en el tiempo.En este sentido, Poole (2002)[16] plantea siete elementos determinantes para vivir en comunidad: No todos los miembros de una comunidad deben participar de forma equitativa.Cuando se trata un tema que sea de interés para algunos, estos pueden asumir el rol de participantes activos o del mismo núcleo por un tiempo mientras se desarrollan actividades en torno a ese tema, y luego volver a ser de la periferia.Este movimiento entre niveles permite mantener a los miembros interesados en la comunidad y es un elemento que debe tenerse en cuenta para sostener la evolución de una comunidad.Sin embargo, este conocimiento difiere acorde a la etapa de evolución en la que se encuentra la comunidad.Para ello, en el libro Cultivating Communities of Practice se presentan cinco fases de desarrollo:[1] Durante esta etapa la comunidad busca obtener conocimiento tanto por sus propios medios como a través de otras comunidades alrededor del tema de interés.De acuerdo a la intención, la administración del conocimiento variará, pero siempre requerirá una estructura definida y una serie de roles para verificar el conocimiento que la comunidad maneje.Por otro lado, la práctica se centra en definir específicamente que conocimiento debe ser compartido y cómo hacerlo.En esta etapa, la práctica se centra en organizar y administrar el conocimiento de la comunidad.En cada una de las fases, los roles del coordinador y los participantes juegan un importante papel, a su vez, los elementos que las integran, como lo son: El dominio, la práctica y la comunidad, adquieren dimensiones y significados diferentes cada vez que la comunidad se dirige hacia su estado de evolución.