Su instalación en el municipio pinteño se considera uno de los acontecimientos más importantes del siglo XIX para el pueblo, pues proporcionó puestos de trabajo cuando éste escaseaba e invirtió para mejorar sus escasas infraestructuras y fomentar su desarrollo.
Gracias al trabajo de investigación del historiador local, Mario Coronas, en artículos y en su libro del 150 aniversario, se pudo rescatar el pasado glorioso ya olvidado de esta empresa chocolatera pionera.
Entre sus acciones cabe destacar la ayuda financiera que le proporcionó a la fundación l'indépendant des pyrenees-orientales.
Tras casi toda una vida dedicado a la fabricación chocolatera, Jaime Méric decide dejar la empresa en manos de su hijo Edmundo en 1887.
La Compañía Colonial llegó a vender sus productos al Papa Pío IX.
[2] En el año 1854, Jaime Méric inaugura la Compañía Colonial en Madrid junto con su hermano Pedro Méric y su primo Enrique, instalando su fábrica en el Paseo del Prado, donde actualmente se encuentra el hotel Ritz.
[3] La fábrica contaba con maquinarias completamente nuevas lo que les permitió no solo elaborar chocolates, sino también cafés, tés y sopas.
La demanda fue cada vez más en aumento y se vieron obligados a cambiar la producción para poder cubrirla ampliando y remplazando la maquinaria por una de mayor potencia aumentando el consumo a dos mil quinientas libras de chocolate al día.
Pese al gran éxito ya obtenido, Méric vio en ella la posibilidad de fabricar mucho más, solo era necesario buscar nuevos mercados en las provincias.
La sociedad comanditaria se fundó en Madrid con el nombre de "Jaime Méric y Cía", denominación que duró poco pues en 1884, a causa de una refundación de a sociedad, fue sustituida por "Méric y Compañía-Compañía Colonial", aunque este no fue su único cambio ya que unos años más tarde, en 1887, se vuelve a reemplazar por una nueva sociedad dirigida por Edmundo Méric y Nicolás Lancha.
La empresa se vuelve a constituir cambiando pasando a denominarse "La Colonial, S.A." y es reconstruida por el prestigioso arquitecto Eladio Laredo[7] puesto que, tras la Guerra Civil, las instalaciones habían quedado en muy mal estado, haciendo que la puesta en marcha del ciclo completo de fabricación se retrasase a los primeros meses de 1941.
Joaquín López Pérez fallece y se produce un cambio generacional que hace pasar a la compañía por momentos muy complicados hasta julio de 2002, donde se decide venderla a un grupo inversor, cambiándose con ello el accionariado de la empresa e iniciándose una nueva etapa para la firma chocolatera, la cual pasó a denominarse finalmente "Chocolates Eureka, S.A.[8]", nombre que aún conserva en la actualidad.
Bajo el busto, en una placa de mármol, podía leerse “Pinto a Jaime Méric[9]”.
La escultura se encuentra en la plaza Jaime Méric, situada frente a la torre de Éboli.