Comités Sindicalistas Revolucionarios

La primera adhesión a la Internacional Comunista (IC o Comintern) fue del Partit Republicà Català de Francesc Layret y Lluis Companys en 1919.

Sin embargo, en esta región, el predominio revolucionario lo tenía el sindicato anarcosindicalista Confederación Nacional del Trabajo (CNT), que en su segundo congreso, celebrado en Madrid en diciembre del mismo año, también se adhirió provisionalmente a la Internacional[1]​ a propuesta de Hilari Arlandis.

[4]​ Pese a sus simpatías por la Revolución rusa, mantenían ciertas discrepancias con los bolcheviques; por ejemplo, creían que los soviets eran la herramienta adecuada para llegar al poder, pero no para gestionar la economía, labor que atribuían a los sindicatos.

[6]​ Aunque mantuvieron importantes diferencias con la mayoría comunista, los delegados de CNT acabaron aceptando sus decisiones.

[7]​ Pese a las disensiones, las simpatías por el comunismo de Maurín se vieron reforzadas.

En enero de 1922, Nueva Senda divulgó el informe elaborado por Ángel Pestaña tras su viaje a Rusia y más tarde, Solidaridad Obrera, publicado por entonces en Valencia publicó otro informe de Leval igualmente hostil a la ISR.

Lucha Social contraatacó publicando el informe de los cuatro delegados que la CNT había enviado a Moscú.

En agosto de 1921, un pleno nacional celebrado en Madrid reafirmó la independencia del sindicato frente a los partidos políticos, pero otro pleno celebrado en octubre en Lérida aprobó la gestión de los delegados enviados a Rusia.

No obstante, expresaba simpatías por la Oposición Obrera, cuyas tesis ya habían sido derrotadas por Lenin para entonces.

Con Maurín detenido y Nin en Moscú, Arlandis fue el único de los delegados que pudo participar en ella.

El referéndum nunca se llegó a celebrar y la Conferencia marcó la definitiva ruptura de la CNT con Moscú.

[10]​ El grupo fue consolidándose y, durante 1923, cambiando su inicial postura hostil hacia los comunistas españoles, se fue aproximando al PCE.

[28]​ La sección catalana del partido comunista tenía solo unos treinta militantes, la mayoría en Barcelona, y el grupo maurinista exigió encabezar la nueva organización territorial.

En octubre de 1924 se acordó finalmente la integración constituyendo la Federación Comunista Catalano-Balear (FCCB).

[30]​ Así le proporcionaron al PCE una mayor implantación en Cataluña, de la que prácticamente carecía hasta ese momento.

[18]​ Los Comités Sindicalistas Revolucionarios no llegaron a tener nunca una fuerte implantación popular.

El informe de Ángel Pestaña sobre Rusia no fue favorable a la integración de CNT en la Internacional Comunista
Solidaridad Obrera se enfrentó a los «sovietistas»
El grupo de Maurín se organizó en torno al periódico La Batalla
Los CSR se incorporaron al PCE en 1924