Acto II Don Severo advierte a la madre Ignacia del peligro de que Julián intente penetrar en el convento para ver a su enamorada Matilde, empleando para ello alguna treta; la tornera le tranquiliza, garantizándole la seguridad de la joven.
Tras la partida del tutor, llegan al convento la nueva educanda y el fraile que la acompaña – que no son sino Julián y Pascual disfrazados-, quienes revelan su verdadera identidad a Matilde.
Cuando Matilde y Julián consiguen quedarse a solas, aparece Don Severo, generando una cómica situación que concluye con la salida de escena del viejo tutor.
En este sentido se pronunciaba Hernando en el prólogo a la única edición de la obra, promovida desde el conservatorio de Madrid, en 1872, afirmando, no sin acritud, que él había sido el verdadero iniciador de la zarzuela moderna porque Colegialas y Soldados “determinó la forma del género, promovió empresas teatrales para cultivarlo y consiguió, sin dilación ni demora y de la manera más completa, la asidua concurrencia del público, que son las tres circunstancias indispensables para que con razón pueda decirse que en esta obra estribó y tuvo su principal base el espectáculo de la zarzuela en su actual y desde entonces no interrumpida época".
La obra presenta por primera vez en el género durante el siglo XIX una estructura dramática en dos actos, hecho que posibilita que en 1851 Barbieri pueda llegar a estrenar la primera zarzuela grande en tres actos.
La zarzuela plantea una crítica evidente a los matrimonios concertados entre muchachas jóvenes y ancianos decrépitos propios de finales del siglo XVIII, frente al concepto romántico-burgués del matrimonio por amor.